martes, 27 de octubre de 2020

Mentolados

 Así es como me gustan. Tus besos. Ese aire refrescante que precede a encender la mecha de nuestras pasiones. Siempre acabamos igual. No tenemos apaño.

Como dos caballos por fin libres que corren como alma que lleva el diablo. Así somos cuando nos unimos. Cuando nuestro fuego se mueve al compás de nuestros cuerpos. 

Mentolados. Mi forma favorita de recibir tus mordiscos. Y que el dolor arda en mi piel. Un dolor placentero y salvaje que se va hundiendo en mi ser hasta hacerme explotar.

Tu frescor me cala todos los huesos. Me hace estremecerme en un escalofrío maravilloso indicativo de lo que está por venir. Un escalofrío que recorre con electricidad cada uno de mis centímetros. Esos que después, tú, recorres con la lengua. 

También es así el frío que se queda cuando tú te vas. Cuando ya me has acabado. Dejando todo tu olor en mí, en mis manos, en mi boca, en mis muslos, en mi ser. No se salva nada de ti. Lo salpicamos todo.

Al menos la menta es la forma  física de saber que has venido a mí. El recuerdo final que permanece y me muestra que estuviste. Que me atravesaste tú y no solo la electricidad que desatas en mí. 

Mentolados son como me gustan tus besos, porque saben a mí, en otro tiempo. Porque saben a la felicidad de tenerte y de haber vivido. Saber a hoy y ayer. Y a la promesa de un mañana.

Mi estación favorita es la Primavera, donde todos tus besos me saben a menta.

sábado, 25 de julio de 2020

Despiertas todas mis emociones

Escribo de emociones, de las de las películas que hacen llorar, de las de las series que te dejan roto por dentro y las canciones que te levantan y te sacan a bailar sin que nadie más lo pida. Esas emociones que llevamos siempre a flor de piel y se muestran cuando les damos un poco de chispa. 
Para todo lo que me haces sentir, te escribo poco. Para lo que te mereces, menos aún. Tú que eres todo el aliento que necesito para vivir. Tú que eres un gran componente y el de más pureza de mi alma. Tú que eres todo lo bueno. Y lo poco que te lo recuerdo. 
Por eso te lo repito ahora. Jamás será suficiente. Eres todos mis poetas favoritos, todas las canciones que he dedicado. Eres mi raíz. Y mi fuente de agua en el desierto. 
Te han dicho mil millones de veces y no te lo creerás nunca que eres excepcional. La fe que he visto que tieien por ti es la que mueve todas las montañas que existen . No sé de nadie que se atreviera a llevarme la contraria en esto. Porque es imposible. 
Si es solo dedicarte medio pensamiento y ya se me escapa la alegría por los poros de mi piel. No hay un solo estado en el que no me hayas visto y del cual no hayamos sacado algo nuevo. 
He visto mi alma casi las mismas veces que la tuya y sería la única ante la cuál sentiría vergüenza, porque nunca sentiré a nada, a mí, a nadie, digna de ti. Que me eligieras fue fruto de la casualidad pero doy las gracias cada día.
Sólo era esto, recordarte todo lo que despiertas. A mí, al mundo, a lo que coño sea. Que podrías infundir vida a la flor más mustia y convertirla en lo más bonito del mundo, porque ese es tu don. 
Por ti quiero ser mejor todos los días. Por ti se me escapan las lágrimas de felicidad. Por ti quemaba Londres.

viernes, 24 de julio de 2020

Nada tuya

He podido escuchar nuestras canciones sin pensar en ti. De hecho, las he usado para escribir a otros y otras. De forma indiscriminada. Si hubiese pensado en ti sólo habría manchado tu nombre y yo no soy así. 
Esto para mí es una victoria. No pensarte en lo que hago más veces al día es de mis mayores logros, pero escribir sin ti, sin tu amenaza, sin miedo a que vuelva a aparecer tu fantasma es ganar la guerra. La que hiciste tuya. 
No era tuya mi guerra, ni mía la tuya. Las intercambiamos tanto que nos confundimos y aprovechaste para darme a mí la más pesada. Independientemente de a quién le correspondiese esa carga.
A mí nunca me ha importado luchar por algo que no es mío, pero podías haberlo pedido, en vez de imponerlo. Ahora no lucho sola ni sólo por mí. No me quedan guerras que sean sólo mías y no te imaginas lo que eso libera. 
Que no queda ya nada para ti aquí. El tiempo ha cerrado la herida y las tormentas han borrado tus huellas, el único rastro que quedaba de ti. En otro momento me habría dolido, pero ya ni eso puedes. Ahora me duele a quien yo se lo permito, no quien quiere hacerlo sin más. 
Lo único bueno que he sacado de ti es una lección, sobre todo lo que no quiero, sobre qué personas me sientan bien y que personas no, pero lo que más me ha servido es aprender a plantarme cuando esté harta. 
Aunque ni siquiera te lo debo, lo aprendí de tus palos y por mi cuenta. 
En mí ya no eres nada.

jueves, 23 de julio de 2020

Insomnio

Creo que lo mejor de mi situación, como persona que no duerme, es la cantidad de veces que podría verte dormir y velar por tus sueños. Que nada malo ocurra.
Creo que podría acostumbrarme a unir los lunares de tu espalda noche sí noche también mientras descansas sobre mi pecho. 
Y cada día que termina, admirar tu facilidad para quedarte dormido en cualquier parte. Evitar que nada perturbe esa tranquilidad. Son los pocos momentos en los que puedo protegerte yo a ti.
He sentido cómo tu respiración iba curando cada herida que tengo. No me queda ninguna por cerrar después de todas las veces que te he visto dormir conmigo. 
Es un nuevo desorden, el nuestro. Tú me observas a mí cuando hablo, memorizas cada risa para recordarme después cuál te gusta más. Yo te observo a ti cuando sueñas, memorizo cada movimiento y cada cambio de respiración para que me recuerdes después si era algo bonito o una pesadilla. 
Son un derroche todas las noches que paso sin ti. Me quedan las tardes, las siestas eternas, las posturas imposibles para abrazarnos sin darnos calor en las horas muertas de verano. Eso es lo que se me queda grabado en la piel y en el recuerdo. 
No me apetece ya dormir, solo quiero verte descansar.

miércoles, 22 de julio de 2020

Reina de las malas ideas

Nunca he sido de tomar buenas decisiones, ni tampoco tener buenas ideas. Supongo que todo lo bueno que me ha ido pasando ha sido por la providencia u obra de alguna deidad en la que probablemente no crea. 
Tampoco es que tenga malas ideas como incendiar o robar sitios. Bueno, sí, pero tengo moral, ética y esas cosas. He bromeado mucho sobre  la idea de que sería un gran genio del mal pero ni vivimos en una película ni me puedo permitir serlo. Por eso de que somos seres sociales y tenemos vínculos emocionales con personas que no queremos que sufran. 
La cosa es que veo hasta dónde he llegado. Viva. Y me cuesta creerme q no me hayan pasado desgracias atroces ni haya yo provocado el declive de ninguna civilización. Bien hecho! Pero por qué? Pues no lo sé. Porque la mitad de mis decisiones han sido malas y desencadenado catástrofes eemocionales dignas de la extinción de los dinosaurio. Por dentro estoy arrasada. Lo que podría dar explicación a que tampoco se me ocurra ni media idea buena. 
Mucho de lo que me pasa es dramatismo y preocupación de más. Catastrofismo en estado puro es lo mío. Por eso cuando algo sale mal no me impacta ni me duele tanto, pero cuando algo sale bien la alegría es el doble. Aunque después desconfío porque me cuesta creer que algo vaya bien. Finalmente lo boicoteo. 
No es por gusto el boicot, no lo hago queriendo. Normalmente. Es solo que como no sé ser feliz, pues se me da mal serlo y mantenerlo. Así que, al final, de una forma u otra se acaba todo y vuelve a comenzar el ciclo de las lamentaciones de que nada vaya bien. 
Muy caótico todo. Con poco sentido también. Intento aprender de mis fallos, enderezar las cosas, a mí. Pero es costoso y lento y yo soy de tener poca paciencia. 
Solo me queda añadir para quien me lea, lo siento?

martes, 21 de julio de 2020

Nuestro espacio

Vuelvo a estar tumbada en tu cama y pienso en lo afortunada que soy. Por tener estos momentos contigo, por hacer nuestro lo que es de cada uno. Por crear una intimidad solo para los dos. 
Hemos construido un entorno menos hostil para cada uno. Hemos hecho nuestro el espacio que ocupamos y parado su tiempo para que no se nos haga más tarde. Aquí hay impuesto un lenguaje que solo hablan tu lengua y la mía. 
Nos hemos lanzado a nuestro vacío y acompañado en la caída. Estas son las cosas que pienso cuando me tumbo aquí. En tu pecho. En tu espacio. Que desde el primer día también es mío. 
Inevitablemente nos hemos ido dando todo, hasta las ganas, pero nunca nos faltan. Comos los ratos en la tranquilidad de tu respiración, descanso más viéndote dormir que haciéndolo yo. 
Ya no hay palmos de tu espalda por milimetrar y a mí se me han acabado los sitios donde esconderte los secretos. Un desnudo integral del alma que reina cuando no nos callamos con las bocas ni con las manos. 
Me parece hasta poco darte mis días y mis noches, por eso paremos el tiempo en este momento. Quedémonos aquí, en el lugar que hemos creado. Apartados de todo. Escribiéndonos y describiéndonos en el cuerpo con abrazos y besos. Como si tuviéramos que explicarnos a quien no nos conoce. 
Hazme y deshazme una vez más. Como la cama en la que siempre te observo, donde nos hemos hecho a los dos. Donde hemos tirado nuestros muros. Y donde más veces nos hemos desnudado. 
Hazme el amor de nuevo en nuestro espacio, que la guerra ya me la he hecho muchas veces.

miércoles, 13 de mayo de 2020

Boicot

No termino de tener claro por qué, pero nunca se me ha dado bien ser feliz. No hablo de forma inmediata, sino a largo plazo. 
Cuando pasa un tiempo largo en el que el único drama que tengo es que no tengo drama es cuando empieza el problema. Llega el bicot de mí para mí. Único y exclusivo. Por supuesto, sin venir a cuento. No tendría gracia.
Nadie tiene la necesidad de hacer que su propia felicidad acabe. Sería muy loco que así fuera. Pues yo sí. Tengo la necesidad inconsciente de acabar con aquello que no me está destrozando. Aquello que ahora está suponiendo un peligro para mi estabilidad. Una amenaza. Sólo para poder quejarme después de que la tengo. 
No saber ser feliz es un problema. Y un boicot a uno mismo. Quiero pensar que es por ser una superviviente. Los supervivientes no acostumbramos a ser felices y no lo reconocemos de primeras al ver que por fin lo somos. Por eso es una amenaza. Un estado interno extraño, salta la alarma y se organizada el ataque. Dinamitada, objetivo reducido. 
Así funciono. Se me da mal. Y es otra forma de ser cobarde. De huir de lo que hay en el mundo exterior a mí. No es la forma más tranquila, ni siquiera la más adaptativa. Es la que hay.
Con esto no justifico que me guste, simplemente que es lo que soy, quiero aprender a ser feliz. Quiero aprender a no salir corriendo cada vez que la felicidad se me acerque. Que tenerla en mi vida no me haga querer llorar. Quiero pensar que me la merezco. 
Pero si no se sabe ser feliz, ¿cómo se remedia?

martes, 12 de mayo de 2020

Cupido no tenía ni idea

Otra vez vengo a hablar de ti. De cómo conocerte cambió mi vida para siempre. De cómo no sabré ser yo si algún día me faltas. 
Nuestra historia surgió de un flechazo. Uno, único y certero al centro pleno del corazón. Un flechazo perfecto, dejó sin aliento. No hubo más víctimas que nosotros. 
Creo que nadie, ni el mismísimo Cupido habría podido imaginar que esa flecha que cargaba haría de ti, lo mejor que me ha pasado nunca. Siempre lo serás. Es una certeza. Como la de que eres el amor de mi vida. 
Nacimos de una preciosa casualidad. Las señales nos golpearon en la cara. Cayendo como el agua en plena tormenta. Menuda revelación cuando pensé que debía pedirte salir. 
No pude dejar escapar a alguien cuya canciín favorita era la mía. y menos si su mejor frase coincidía en ambos. Vamos a estar grabados a fuego todo lo que nos quede en el otro, mi amor. 
Soy más incertidumbre que persona pero tu certeza, la certeza de lo que eres en mi vida, de todo lo que representas, acaba con las dudas. Me vuelves clara.
Apartaste de mi toda mi oscuridad, como las luciérnagas a la noche. Siendo mi mayor faro en mis idas y venidas. Cómo no quererte. Ese es mi mayor imposible. Tú mi mayor todo lo demás. 
Te ao con toda la artillería pesada que se usa en las guerras. Te amo con todo el ímpetu del mar. Te amo siendo indomable como el viento.
Te amo con la fuerza
de todas las flechas
de Cupido.

Casi 23

Casi 23 y sigo durmiendo abrazada a un oso de peluche gigante que me regaló un ex y llevando un colgante que me regaló otro. 
Casi 23 y sigo poniéndome los calcetines dispares poeque me hace gracia que a la gente no se la haga. 
casi 23 y aún no comprendo bien mi propio funcionamiento, ni en relación a mi persona ni en relación a la de los demás. 
Casi 23 y sigo escuchando las mismas canciones que hace 5 y sin escuchar las de quien me marcó y se fue. 
Casi 23 y casi todo lo que he aprendido ha sido a palos, y a rotos y descosíos. Cosiéndome yo sola, al final.
Echando de más y de menos han sido estos años. Compuestos en su mayoría de lo mismo: gente que se queda, gente que se va y gente que se queda. De una decepción constante de los otros y de mí. Para los demás.
No sé ser mejor, ni quiero. Casi 23 y solo tengo claro lo que no quiero en mi vida. Pero es que no quiero tantas cosas que sería más fácil enumerar las que sí, y esas aún no las tengo tan claras. 
Estoy a punto de cumplir 23 y sé que la gente que tengo conmigo es la correcta. Sé decir lascosas a la cara. Y también sé ser una condescendiente de mierda. Porque la vida te enseña y yo llevo poco aprendiendo. Encima apenas presto atención. 
Casi 23 y sigo anclada a la pena, como al pasado. Al no pasar una página, de cuyo libro otros han cerrado ya. Pero ahí estoy yo, que no paso. Con un pasado tan profundo y doloroso como la pena enraizada en mi pecho. Todo inamovible. Por muchos años que cumpla. 
22 y siento que, a pesar de todo lo que sé, aún no he aprendido nada.

jueves, 9 de abril de 2020

Cuentos de princesas

Nuestra historia de amor habría sido de libro, de película y de esas que sirven de aspiración a otras parejas. Piénsalo: se conocen de concierto y empiezan rápidamente a encontrar muchas cosas en común entre ellas en los siguientes días; empiezan a cambiar un poco sus costumbres para amoldarse a la otra persona porque les apetece hacer todo juntas.

Un cuento precioso. Digno de contar a los nietos que jamás tendremos. Porque no lo viste, y diste palos de ciego, creando unas expectativas que le darían vértigo hasta a la princesa que vive en la más alta torre. 

Por eso tu caída fue tan grande. Fui yo quien dijo que no me pusieran en un pedestal porque me aterra esa altura. Sin embargo, caíste tú. Y me caíste encima. Cual losa. Hundiéndome. No sé por qué te dejé hacerlo. Supongo que me hacía ilusión tener una historia de best seller.

Pero de nuestro cuento poco hay que sea épico e idílico. La realidad es que la princesa fue borracha al concierto y no rrecuerda la primera conversación que tuvo con el príncipe. 

Ni nadie la rescató, porque ya estaba viviendo su vida tranquilita y sosegada. Hasta que llegó el puñetero príncipe, que había salido de una situación traumática, y le jodió un ratito la existencia. Porque no tenía inteligencia emocional.
Lo bueno es que siempre he sido muy fuerte y pude ver tu realidad antes de que fuera demasiado tarde. No dejé que pudrieras más mi propia historia. 
Aunque habría sido precioso de ser real.