jueves, 9 de abril de 2020

Cuentos de princesas

Nuestra historia de amor habría sido de libro, de película y de esas que sirven de aspiración a otras parejas. Piénsalo: se conocen de concierto y empiezan rápidamente a encontrar muchas cosas en común entre ellas en los siguientes días; empiezan a cambiar un poco sus costumbres para amoldarse a la otra persona porque les apetece hacer todo juntas.

Un cuento precioso. Digno de contar a los nietos que jamás tendremos. Porque no lo viste, y diste palos de ciego, creando unas expectativas que le darían vértigo hasta a la princesa que vive en la más alta torre. 

Por eso tu caída fue tan grande. Fui yo quien dijo que no me pusieran en un pedestal porque me aterra esa altura. Sin embargo, caíste tú. Y me caíste encima. Cual losa. Hundiéndome. No sé por qué te dejé hacerlo. Supongo que me hacía ilusión tener una historia de best seller.

Pero de nuestro cuento poco hay que sea épico e idílico. La realidad es que la princesa fue borracha al concierto y no rrecuerda la primera conversación que tuvo con el príncipe. 

Ni nadie la rescató, porque ya estaba viviendo su vida tranquilita y sosegada. Hasta que llegó el puñetero príncipe, que había salido de una situación traumática, y le jodió un ratito la existencia. Porque no tenía inteligencia emocional.
Lo bueno es que siempre he sido muy fuerte y pude ver tu realidad antes de que fuera demasiado tarde. No dejé que pudrieras más mi propia historia. 
Aunque habría sido precioso de ser real.

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