viernes, 24 de julio de 2020

Nada tuya

He podido escuchar nuestras canciones sin pensar en ti. De hecho, las he usado para escribir a otros y otras. De forma indiscriminada. Si hubiese pensado en ti sólo habría manchado tu nombre y yo no soy así. 
Esto para mí es una victoria. No pensarte en lo que hago más veces al día es de mis mayores logros, pero escribir sin ti, sin tu amenaza, sin miedo a que vuelva a aparecer tu fantasma es ganar la guerra. La que hiciste tuya. 
No era tuya mi guerra, ni mía la tuya. Las intercambiamos tanto que nos confundimos y aprovechaste para darme a mí la más pesada. Independientemente de a quién le correspondiese esa carga.
A mí nunca me ha importado luchar por algo que no es mío, pero podías haberlo pedido, en vez de imponerlo. Ahora no lucho sola ni sólo por mí. No me quedan guerras que sean sólo mías y no te imaginas lo que eso libera. 
Que no queda ya nada para ti aquí. El tiempo ha cerrado la herida y las tormentas han borrado tus huellas, el único rastro que quedaba de ti. En otro momento me habría dolido, pero ya ni eso puedes. Ahora me duele a quien yo se lo permito, no quien quiere hacerlo sin más. 
Lo único bueno que he sacado de ti es una lección, sobre todo lo que no quiero, sobre qué personas me sientan bien y que personas no, pero lo que más me ha servido es aprender a plantarme cuando esté harta. 
Aunque ni siquiera te lo debo, lo aprendí de tus palos y por mi cuenta. 
En mí ya no eres nada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario